lunes, 18 de mayo de 2009

UN AÑO MÁS...


Un año más en el sendero de mi vida...
Me paro en el borde planetario de mi existencia y la resonancia cósmica del Universo me envuelve en una cápsula de contención. Mi musa inspiradora se acerca con un brillante obsequio en sus manos, es un escudo protector para detener los rayos perniciosos de los pensamientos cavernícolas...aquellos oscuros sentimientos que sólo pueden dejarse de lado con la luz enceguecedora de la palabra que edifica. Porque la que se pronuncia para herir, para destruir, no merece ser recordada y por su propio peso muere. No vale la pena ni siquiera el tiempo que nos lleva leerla o escucharla.
El horizonte para mí, es la realidad sin límites de la pampa, esa lejanía en que podés proyectarte sin que nada impida la profundidad de la visión. Es la línea redondeada donde se confunden cielo y mar cuando, sentada sobre la arena con las rodillas rodeadas por los brazos, podés observar ese abrazo prolongado de ambos. Mi pensamiento se contagió de ilimitud y siempre lleva más allá sus propias fronteras. Quizá por eso aún me sorprenden la estrechez de ideas y aquellos que no saben pensar por sí mismos. Quizá por eso todavía frente a cada desafío pedagógico busco las actitudes, los contenidos, los procedimientos que llevarán a mis alumnos a pensar por sí mismos y a defender sus puntos de vista con argumentaciones sólidas y convicciones fuertes, sin caer en el pensamiento dirigido de la manada ni a defender sus posiciones con tarascones de fiera que no sabe usar de la palabra para expresar su pensamiento, sus ideas. A que sean inteligentes para saber diferenciar entre el insulto estúpido que ni merece tenerse en cuenta y la discrepancia ideológica con la que vale la pena defender puntos de vista en esta sociedad cada vez más compleja que los aguarda cuando salen de las aulas.
Yo no puedo indicarles lo que deben pensar ni lo que deben hacer; tienen que saber decidir por sí mismos cuál es el rumbo que darán a sus vidas; pero para ello sí necesito que discutamos cual es la escala de valores universalmente válidos para respetar derechos y cumplir obligaciones. La libertad de pensamiento no se negocia; es un bien personal. El conocimiento de los valores positivos y de los antivalores, y de cómo se van considerando en cada momento social, conformando el entramado cultural posible de determinar en un punto y en un espacio de la historia de los pueblos, les dará las armas necesarias para realizar la mejor opción en cada momento crucial de su existencia diaria y de su responsabilidad de ser social inmerso en un contexto y en una cultura determinados. Y si llegaran a equivocarse, caso muy común por ejemplo, en el juego de la política presente del país, o en las decisiones de su vida cotidiana, del error también se aprende y hay que saber capitalizarlo como experiencia. Aprendiendo también de no señalar los errores de los otros si no se está dispuesto a brindarles nuestro apoyo, porque cuando apunto con un dedo a mi prójimo, tres de ellos me están apuntando a mí mismo...y hace más de dos mil años descubrimos que nadie puede tirar la primer piedra; por lo tanto, lo mejor es comenzar a mirarse en el espejo personal a ver qué nos refleja.
También me llega otro regalo en las manos de mi ángel protector; y es una lira, para que nunca olvide la musicalidad de las palabras que deben ser colaboradoras de destinos en esta telaraña de la historia personal que entramamos y que se vuelve de luz en el contacto fraternal con los demás seres con los que coincidimos sobre el planeta, palabras que tienen el mágico poder de prolongarnos la existencia mucho después de que nos hemos ido.
Ya avanza la medianoche buscando la claridad del día. Mis primeros pasos de este 18 de mayo ya han sido dados. Mis propósitos pronunciados de cara al cielo apenas iluminado por la luna, los brazos abiertos en universal entrega y en voz lo suficientemente alta como para que me escuchen los hados forjadores del destino pero que respete el sueño profundo de mis vecinos. Afortunadamente, hay un jardín por medio...
Ahora, me voy a dormir un rato, sonriendo por el derrotero que tomaron mis pensamientos. El cauce de mi río todavía es una confluencia amorosa hacia lo que vendrá. Este nuevo año de vida descorrerá los velos, poco a poco, sin prisas, con esa estructura temporal tan propia de mí que me hace vivir de un modo especial todas las cosas. Dulces sueños...mañana trabajo en la escuela, cuido a mi nieta menor, tengo que ir hasta el taller mecánico y comparto mis clases del ballet de folclore...un beso a todo el que me lea...Haydée/ Heidi.

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