domingo, 3 de mayo de 2009

IRME...

Me levanta la mañana
con el febril ritmo enmohecido
de las horas...
Dejo el abrigo de las mantas
para saltar al día rutinario
de una esposa.
Cubro el hueco de mi cuerpo
arropando tu presencia,
intentando eternizar
ese aroma hembril
que te enloquece...
Alisto el desayuno,
elijo tu camisa,
dejo en el baño unas toallas...
Me envuelve mi susurro
diciéndome ¡te amo!
Te dejo un beso en la frente
como en un relicario.

Me desgarro del vientre de la casa
y me voy a la diaria rutina
de mis cosas.
Me voy de a poco.
Me voy, amor,
como quedándome.

Haydée Norma Podestá

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