Venía caminando cabizbaja, tratando de no tropezar con las veredas rotas y desparejas. Esas veredas de mi barrio, heridas por las raíces de los árboles que en algún momento las aprisionaron bajo el contrapiso de cemento. Pensaba que no era la mejor manera de cumplir con las recomendaciones que te llegan por la compu-o por el consejo de alguna amiga- de caminar sí o sí unas treinta cuadras cada día. Tal vez mi distracción hizo que la frenada resonara más fuerte en el entorno de ruidos de la calle. Alcé sorprendida la mirada y ví como el viejo ómnibus se detenía bruscamente para que descendiera un anciano bastante inseguro en sus movimientos. Se tomó de la puerta y bajó el escalón del transporte casi sin problemas, pero, en cuanto pisó la vereda, un desnivel inoportuno lo hizo tropezar. En el intento por no caer el viejo dio unos cuantos pasos seguidos intentando sostenerse en el aire con sus manos extendidas. Sus gestos fueron casi cómicos, con esa comicidad de las películas mudas que a veces se miran con una carcajada...o con una sonrisa. Como la sonrisa que curvó la boca de una jovencita que pasaba en bicicleta por la calle. Naturalmente, ella siguió su camino y yo, en solidaridad de edades, me acerqué al viejo, lo sujeté del brazo, me miró agradecido, nos soltamos y seguimos caminando por rumbos contrarios...
I Amanece. Despierta de su sueño la ciudad, en vorágine de ruidos que estallan en la vítreas miradas de las casas. Se estremece el alma del humano hormiguero que se vuelca en las calles, plazas, rotas veredas, los negocios, los subtes atestados de indiferencias mudas y extraviadas. II Un deambular de pasos presurosos entrecruza destinos solitarios con bulliciosos grupos, caminando sobre la cara ardiente del asfalto. El mediodía muerde el cansancio con que agobia el sol desde lo alto. III La tarde va bajando las persianas mientras borda caminos del regreso. Las calles van quedando desoladas y las casas se hacen guiños con destellos... IV La paz preñó las cuadras de mi barrio anocheciendo en sombras su misterio.
Haydée Norma Podestá Buenos Aires, 25/2/13 Derechos reservados