sábado, 27 de febrero de 2010

IMÁGENES

Sol radiante.

Un cielo de porcelana fría.

Nubes blanquecinas...

corderitos inquietos,

copos de algodón.



¡Un viento pertinaz!

Ennegrecidas nubes de tormenta.

Breve luminosidad relampagueante.

Un instante de suspenso...

sonoridad de piedras despeñadas,

¡el trueno!



Primeras gotas

-apenas un tintineo-.

Olor a tierra mojada.

Acre olor a pasto seco.



Lluvia rorrencial.

Un charco en el jardín solitario.

Pies descalzos.

Pelo empapado.

Agua ávida de mi piel.



Y mi carcajada abofeteando la tormenta.

Haydée Norma Podestá

domingo, 14 de febrero de 2010

CAMPO NUESTRO

En lo alto de esas cumbres agobiantes
hallaremos laderas y peñascos,
donde yacen metales, momias de alga,
peces cristalizados;
pero jamás la extensa certidumbrede
que antes de humillarnos para siempre,
has preferido, campo, el ascetismo
de negarte a ti mismo.
Fuiste viva presencia o fiel memoriad
esde mis más remota prehistoria.
Mucho antes de intimar con los palotes
mi amistad te abrazaba en cada poste.
Chapaleando en el cielo de tus charcos
me rocé con tus ranas y tus astros.
Junto con tu recuerdo se aproxima
el relente a distancia y pasto herido
con que impregnas las botas... la fatiga.
Galopar. Galopar. ¿Ritmo perdido?
hasta encontrarlo dentro de uno mismo.
Siempre volvemos, campo, de tus tardes
con un lucero humeante...
entre los labios.
Una tarde, en el mar, tú me llamaste,
pero en vez de tu escueta reciedumbre
pasaba ante la borda un campo equívoco
de andares voluptuosos y evasivos.
Me llamaste, otra vez, con voz de madre
Y en tu silencio sólo halló una vaca
junto a un charco de luna arrodillada;
arrodillada, campo, ante tu nada.
Cuando me acerco, pampa, a tu recuerdo,
te me vas, despacio, para adentro...
al trote corto, campo, al trotecito.
Aunque me ignores, campo, soy tu amigo.
Entra y descansa, campo. Desensilla.
Deja de ser eterna lejanía.
Cuanto más te repito y te repito
quisiera repetirte al infinito.
Nunca permitas, campo, que se agote
nuestra sed de horizonte y de galope.
Templa mis nervios, campo ilimitado,
al recio diapasón del alambrado.
Aquí mi soledad. Esta mi mano.
Dondequiera que vayas te acompaño.
Si no hubieras andado siempre solo
¿todavía tendrías voz de toro?
Tu soledad, tu soledad... ¡la mía!
Un sorbo tras el otro, noche y día,
como si fuera, campo, mate amargo.
A veces soledad, otras silencio,
pero ante todo, campo: padre-nuestro.

OLIVERIO GIRONDO

Un bellísimo poema de Oliverio Girondo con el cual, habitante de las pampas, me identifico.

INSOMNIO...


Esclava de esta noche,
desvelada,
el sueño escapa sutilmente
entre mis dedos
que tenazmente dibujan
tu perfil amado
con porfía de niña encaprichada.

Sólo la luz de un velador
alumbra
con tonos de tímidos destellos
esta corporización
de mis ensueños locos
en la semipenumbra
de mi alcoba, en la noche solitaria.

La miel de mi cabello
se esparce
sobre la albura de la almohada
reptando impacientes
para ocupar el hueco
frío de tu espacio,
la ausencia visceral de tus miradas.

Cierro los ojos pletóricos
de llanto
intentando conciliar mi sueño;
y en la inutilidad
sigilosa de no lograrlo
vuelvo a estirar
mis brazos yermos sobre la cama.

Trémula intento oir los ecos
de tus pisadas
que te devuelvan como otras noches;
mas el vivo silencio
de los silencios inesperados
juega con el insomnio
en que me posee la madrugada.
.
Haydée Norma Podestá

lunes, 8 de febrero de 2010

INVICTUS

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley 1875

lunes, 1 de febrero de 2010

LAS FRONTERAS

“Una frontera siempre es inquietante”…
Porque marca un límite. Un límite en el camino; un límite en el destino.
Una frontera encierra, pone una barrera a la libertad del vuelo, a la continuidad del camino. Semeja los barrotes de la jaula para el pájaro de canto prisionero; el vallado que cerca las dimensiones inmensurables del paisaje.
Es algo concreto; está allí, nadie lo duda. Puede respetarse, saltar sobre ella o ignorarla. Pero está…
Sin embargo, hay lugares que se ríen de los límites; hay espíritus que no los asimilan. ¿Cómo se marca una barrera en el cielo, cómo se traza una línea sobre el mar? ¿Quién puede limitar la intimidad del pensamiento? Sólo las fronteras interiores que nos imponemos a nosotros mismos.
Muchas veces, la frontera es el silencio interior que levantamos frente al silencio de los demás. Y, mientras ensayamos la máscara de una sonrisa, tibia frontera interna de llanto nos marca el límite a los por qué que nunca nos podremos responder con esa exactitud de las cosas ciertas, con esa certeza que oculta el silencio de los otros, el silencio del otro.
Más allá de todos los silencios, más allá de todas las fronteras impuestas, se puede ser feliz si las vallas con las que intuitivamente nos defendemos, poco a poco, deliberadamente, las hacemos desaparecer…
Sólo así floreceremos en los espacios siderales y podremos volar, mensajeros cósmicos, cualquier tiempo, cualquier lugar, cualquier edad de la galaxia para la que fuimos destinados desde siempre.

Haydée Norma Podestá