Me estaba quedando vacía de mí.
Mi cuerpo yacente, tirado en la cama,
dejando al olvido perder los momentos
de cálidos besos
de fuertes abrazos…
Me estaba volviendo un ser sin recuerdos.
La luz se opacaba borrando el pasado.
La mente en blanco,
dejando en la sombra el calor de tu cuerpo,
tu voz, tu sonrisa de niño malcriado.
Me estaba quedando como un saco roto
que pierde el relleno de a poco.
Borré mis sonrisas,
se tensó mi rostro
y un rictus amargo deformó mi boca.
La luz de mis ojos apagó su fuego;
me estaba quedando vacía de todo…
Fue tan sólo entonces,
mínimas palabras
cambiaron mi vida.
“¿Te acuerdas de todo?”
percibió mi oído…
Y en el torbellino
de tu amor viviente
se nutrió mi risa,
se expandió mi canto,
palpitó mi cuerpo,
estalló mi sangre
y volvió la vida.
Porque supe entonces
que el amor no muere
cuando ha sido…¡tanto!
Haydée Norma Podestá
Rosario, 9/8/11
Santa Fe, Argentina
Derechos reservados
2 comentarios:
Me gustó el quiebro final, lleno de energía y de alegría.
Saludos blogueros, haydee
Muchas gracias, José Antonio!!! No hay nada más energizante que la alegría de vivir.Estar vivos nos significa un montón de posibilidades...por lo menos, hasta ahora, en este punto del planeta donde me ha tocado tener mi lugar en el mundo.Cordiales saludos.
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