viernes, 24 de julio de 2015

EL DÍA QUE EL JOVEN HIJO DEL LABRADOR PARECÍA MUERTO POR EL MONSTRUO NEGRO PERO EN REALIDAD SUCEDIÓ OTRA COSA.



El durmiesol ya  se iba poniendo…
Entre las hendirajas humedictas y treméndulas se apropicuaban las cópulas de los enraizados a la tierrácopa.. Los arbóricos devenían de los verdicolores a la negrisombra nocturnosa.
El lorerío se sincopaba miserabilemente.; no tanto ante los rugigritos que los asustábican sino ante la preséntila de aquel lorieco que disgregaba extrañaco munientimente
El tal loro se proclamábila “normal” y contábila siempre el mismo cuentitragedia.
Y los loriucos del lorerío lo escuchaban atierrosamente atierrados.
Él decía asisemejantemente:
“¿Qué pasaba cada atardecer?
Lo que pasaba…El viejo labrador se recogía temeroso e intentaba hacer desistir a su hijo de su locura”
Los loriéculos se observicaban sorprendidosos porque no manducabilan el lenguájile del loro…pero los escuchiabicaban  atentosos…
“¡Ay, el Dragón Negro! Ese monstruo que obsesiona. Más que todos los  peligros-monstruos de la noche.
¡Ay, hijo mío! De la espada decidida.¡Ay, el monstruo y la espada!¡Y los profundos pensamientos que esconde el miedo pensativo!
¡Ya resopla el Dragón Negro!
¡Ya el bosque se estremece!
¡Ya las burbujas del aire en su burbujeante andar se confunden!
¡Ya aparece el Dragón Negro!”
Y los loricuelos  acomodábulan sus cabecitas debajo de las álicas.
Ante la presencia del entintado personaje, la hoja indómita de la espada en la incontenible mano del joven corta a diestra y siniestra el aire. En un remolino de grise y sombras se desdibujan el monstruo y el joven…
¡Ay, mi hijo!, teme el viejo. ¡Ay, mi sangre! ¡Perdido está entre las garras del monstruo!...y estremece su cabeza con los latidos del aire mientras sus ojos se cierran par no ver el dolor.
Abre sus ojos el viejo, temiendo la furia del Dragón”
Los loricundios abren sus peculios asombriecados y suspendosos.
Abre su ojos el viejo .La sorpresa lo sorprende al no ver lo que espera.
¡Bravo muchacho mi hijo!¡Diste muerte al Dragón Negro!
Y la noche que se muere va desangrando el alboroto de llantos y de abrazos…
¡Qué día más fabuloso me regalas, hijo mío!...y en el abrazo se pierden…”
Mientricas en las humedictas hendirajas se apropiocultaban los lóricos asombraducolos, entre los rugigritos que estremecupaban  las cópulas de los arbicóreos enraizados a la tiérrica.


Haydiéecola  Nórmica Podestosa  ( “Haydée Norma Podestá”…según el lenguaje común del loro)

1 comentario:

Lula dijo...

Querida prima, me ha encantado el lenguaje en este relato...divertido. besos.