lunes, 25 de julio de 2011

LA MUERTE DULCE

Hace muchos días, tanto como más de dos meses, que me vengo sintiendo cada vez peor. Al principio atribuía mis dolores de cabeza a los problemas de comidas que pudieran afectar a mi castigado hígado.Yo no soy persona de tener dolores de cabeza frecuentes.
La fatiga que vengo sintiendo la achacaba al sobrepeso. Ganas permanentes de estar acostada cuando yo le huyo a la cama como gato al agua.
El dolor de mi corazón pensaba que era el sufrimiento por la ausencia de Edy.(Es notorio cómo lo tengo presente en el pensamiento estos últimos días cuando ya el olvido se estaba instalando en mi nostalgia).
Sólo no encajaba este dolor en mis piernas que no me deja caminar y por el cual debo recurrir muchas veces a la ayuda de mi viejo bastón de caña, herencia de mi abuela Juana. Porque, yo me desgarré la pierna izquierda cuando resbalé hace un mes de la escalera del ómnibus de turismo en Cachi, Salta. Pero estoy yendo religiosamente al kinesiólogo.Entonces me preguntaba ¿Por qué me duelen las dos al punto de que me siento una inválida?
A veces, cuando llegaba en estos meses de frío alguien ajeno a la casa, me decía ¡qué olor a gas! Bien, si hubiese habido una pérdida de gas, ya habría saltado por los aires y estaría explorando otros mundos.Ahora, es evidente que algún olor había al cual  yo me había acostumbrado.
Ya dije que los últimos meses,  la mayor parte fueron días de frío intenso, con algunas temperaturas más agradables en el medio. El calefactor interno acostumbro a prenderlo con los primeros fríos y queda encendido hasta que llegan los días primaverales...pero siempre permanece un ventilete de respiración abierto. No sé quién, cómo ni cuándo lo cerró.Sí sé que he pasado la mayor parte de los últimos días acovachada en mi casa. Como consecuencia, supongo, he respirado demasiado aire poco oxigenado y sí muy cargado de monóxido de carbono...
Hoy desperté sintiéndome muy muy mal...y, por instinto, abrí todas las ventanas de par en par al mismo tiempo que apagaba el calefactor. Y me sumergí en la información de Internet sobre el monóxido de carbono; la muerte dulce que te va intoxicando silenciosamente la sangre...
Me gusta respirar a bocanadas hondas el aire de campo, el aire del río, el aire de mi jardín...pero jamás como hoy, éste me pareció tan delicioso...

 Haydée Norma Podestá
Rosario, 25 de julio de 2011

1 comentario:

Nelson dijo...

Hola! Agradezco tu visita a mi blog “Literatura & Linguagens” Eres bienvenida siempre a mi espacio.! Me pasaré más a menudo a visitarte. Ahora, soy tu seguidor. Felicidades y exitos y Dios te siga llenando de mucha sabiduria . Un abrazo muy fuerte desde Rio de Janeiro/Brasil. Hasta pronto ( venga siempre a mi blog, amiga)!