
Como una paloma mensajera
que se posa en el balcón de mi ventana
llegaron tus palabras
a mi oído
penetrando en lo profundo de mi alma.
Una música de tango a lo lejos
desgranaba su queja de nostalgias,
jugueteando en mis recuerdos
sepultados
en el hondo callejón de otras mañanas.
Salí a desandar mis viejas calles
que en otoño se alfombran de rumores,
hundiendo mis pies
en frías hojas
escarchadas por los besos de la noche.
Tendiendo el aire sus dedos asombrados
por la brusca irrupción de mis pisadas,
acarició mi rostro
comprobando
que no era un pasajero del pasado.
...y caminé las calles que despiertan...
...y amanecí en cielos irisados...
...y pregunté al río su canción huidiza...
...a la ciudad robé su asombro de muchacha...
Hice mío el canto de gorriones
que barulleaban en las losas de la plaza,
mientras un adormecido
perro vagabundo
ensayaba el ritmo de mis pasos.
Crucé una esquina sonora de bocinas,
al refilón chirriante de una frenada,
mientras todos los sonidos
de la urbe
mi impensada fuga orquestaban...
...y tuve que enfrentarme
a tus palabras
mientras se desangraba
en mí
la madrugada.
Haydée Norma Podestá
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