domingo, 15 de diciembre de 2013

BENITO


Inspirado en la historia del nacimiento de Benito Quinquela Martín.¿Qué hubiese sentido su madre biológica al morir? Fantasía de una posible realidad...

¡Por fin llegaste, hijo! Ven, estoy mirando tu cuadro. Me gusta mirarlo.  Revive las angustias por los años perdidos y me recuerda la felicidad que siento por tus triunfos.                                                                                                                           
 Pero, sé que ya es tarde. ¿No ves la luz?...La luz , esa extraña luz me envuelve, que viene a buscarme. ¿La habrás sentido rodearte alguna vez ? No creo. Sos más joven que yo, aunque no mucho...sí, no mucho más joven. Aquella tarde...pero no quiero pensar en aquella tarde. Me duelen los recuerdos. Todavía me duelen los recuerdos. ¿Por qué tienen que doler los recuerdos?¿Por qué no se los lleva el tiempo como el agua del río arrastra los deshechos? Como a vos, me gusta el agua del Riachuelo pero me duelen sus recuerdos. Como el de aquella tarde. Esa tarde junto a los barcos amarrados. Y esta luz que me llama. ¡Yo quiero pensar en aquella tarde junto al Riachuelo porque fui feliz! ¡Dejame pensar luz, dejame pensar!                  

  ¿No te lo dije? No, no te lo dije. Nunca pude decírtelo, hijo. ¡Cómo voy a decírtelo si apenas naciste te arrancaron de mis brazos! Benito, por mí te puse Benito. Y Juan por él. Me parece que te lo dije pero la luz no me deja pensar bien. Ya casi no puedo pensar, pero me duelen los recuerdos. Todavía  duele el de Juan en mí. Acá adentro me duele. Vos no, vos no me doliste, no sé qué te dijeron pero vos no me doliste. Me dolió tu ausencia. No me dolió tenerte, me duele tu ausencia. Todavía me duele. Me desgarra tu ausencia. ¿Podés entenderlo? Yo pienso que no pero la luz me dice que podés entenderlo.    

  La luz...es colorida esta luz . A vos también te gustan las luces de colores, yo lo sé porque miro tu cuadro. Está lleno de colores tu cuadro. De barcos, de  mástiles y aparejos. ¿ Qué te estaba contando? Ya recuerdo. Vos te dejaste Martín. ¿Sabías que no era otro nombre? La luz me dice que está bien que te dejaras el Martín, que lo agregaras al otro apellido y que te olvidaras del Juan. Porque fue él el que no te quiso. Tampoco mi padre. Yo sí te quería. Por eso te puse Benito, como yo. Y te dejé la mitad mi pañuelo; a escondidas te lo dejé cuando te llevaron. ¿Tenés aún esa  mitad de  pañuelo? Yo lo bordé sin que me vieran. Para vos, mientras crecías en mi vientre. ¡Los engañamos! La luz me lleva. ¿Qué quería decirte? Yo me llamo Benita, como vos me llamo. Y Martín. Benita Martín. Y no me importó nunca que te pusieras el de tus otros padres antes que el mío.  Benito Quinquela Martín. Dulce  nombre.                                                               

Me voy, hijo. Me voy en la luz…¡Ay, bendita aparición, dame la mano!¿Sabés que ya no me duelen los recuerdos?

Haydée Norma Podestá
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4 comentarios:

Haydée Norma Podestá dijo...

Beto Brom, en "Publimentar"- 15 de diciembre de 2013 12:26
Mientas leía este merecido tributo al maestro del color, aparecía en mis recuerdos las calles y el puerto de la Boca, sus barcos, sus gentes, y por supuesto el popurrí de los colores de las casas de aquel barrio porteño.
Un gustazo leerte, poetisa
Abrazotes.
B.B.

Haydée Norma Podestá dijo...

Chelo Álvarez, en "Publimentar"- 15 de diciembre de 2013 12:37
Una historia que desconocía por completo, pero de la que me he informado en la Wilkipedia, y es verdad, muchas veces me he parado a pensar qué sentirán esas madres que por algún motivo han "regalado" a sus hijos.
Has escrito un muy bonito y estremecedor relato pues intento ponerme en la piel de esa madre, y qué duro debe de ser para ellas igual que para los hijos, porque es normal que piensen que no han sido amados por su madre biológica, que en algunos casos puede ser cierto, no lo dudo, pero en otros no lo es. Es que cada persona es un mundo, y cada situación también.
Besos amiga, me encantó este tema del que se podría estar hablando sin parar y no acabar nunca.

Haydée Norma Podestá dijo...

Maria Eugenia, en "Publimentar"- 15 de diciembre de 2013 15:56
Querida Haydée.
En tu fantasía, está la muerte de la madre, no podría decir cual sería el dolor más fuerte, si perder un hijo, al perder la vida o perderlo por darlo en adopción. Normalmente debería ser más doloroso el segundo caso, ya que siempre debe haber un arrepentimiento; como dice nuestra querida Chelo, este tema da para mucho.
Lo hermoso es que lo describes de maravilla.
Una delicia leerte.
Besitos amiga

Haydée Norma Podestá dijo...

Sergio A. Amaya Santamaría, en "Publimentar"- 15 de diciembre de 2013 20:14
Gracias, querida Haydée, por permitirme conocer a un extraordinario artista que vivió para pintar el barrio de La Boca. Yo desconocía su existencia. Extraordinaria historia recreas para dar vida a esa madre desconocida, pero que debe haber tenido una razón extrema para abandonar a su hijito en el asilo. Un gusto leerte. Besos cordiales.