sábado, 23 de marzo de 2013

UN TROPEZÓN



Venía caminando cabizbaja, tratando de no tropezar con las veredas rotas y desparejas. Esas veredas de mi barrio, heridas por las raíces de los árboles que en algún momento  las aprisionaron bajo el contrapiso de cemento. Pensaba que no era la mejor manera de cumplir con las recomendaciones que te llegan por la compu-o por el consejo de alguna amiga- de caminar sí o sí unas treinta cuadras cada día.
Tal vez mi distracción hizo que la frenada resonara más fuerte en el entorno de ruidos de la calle. Alcé sorprendida la mirada y ví como el viejo ómnibus se detenía bruscamente para que descendiera un anciano bastante inseguro en sus movimientos. Se tomó de la puerta y bajó el escalón del transporte casi sin problemas, pero, en cuanto pisó la vereda, un desnivel inoportuno lo hizo tropezar. En el intento por no caer el viejo dio unos cuantos pasos seguidos intentando sostenerse en el aire con sus manos extendidas.
Sus gestos fueron casi cómicos, con esa comicidad de las películas mudas que a veces se miran con una carcajada...o con una sonrisa. Como la sonrisa que curvó la boca de una jovencita que pasaba en bicicleta por la calle.
Naturalmente, ella siguió su camino y yo, en solidaridad de edades, me acerqué al viejo, lo sujeté del brazo, me miró agradecido, nos soltamos y seguimos caminando por rumbos contrarios...

Haydée Norma Podestá
Rosario, 22/3/13
Derechos reservados.

1 comentario:

Haydée Norma Podestá dijo...

Chelo, en "Publimentar" -23 de marzo de 2013 03:43
Hola Norma, realmente has dibujado tan bien la escena, que he podidito verte cabizbaja mirando la calle, luego al viejito bajar del bus y dar el tropezón, mientras la joven pasa a su lado sin inmutarse, o mejor dicho sonriendo por la escena, y a ti te he visto tendiéndole la mano para darle seguridad al anciano.
Me gustó desayunar mientras te he leído este muy buen relato.
Besitos y buen fin de semana para ti.