Soledad de noche de un alma que sufre.
Cada juventud es un poco la juventud de todas las eras;
por eso, en mis venas forman sangre
todas las tristezas y todos los dolores del mundo.
Pero no es estéril mi mente:
dadme un desierto y os daré un bosque.
Que de la pena surge todo lo bello
y de las lágrimas nacen las perlas.
Y de mi soledad misma,
de la estepa viviente que holla mi paso
surgirá el palacio de sueños
que promete mi verso.
Seré como tú quieras,
tu virgen amante
o tu amante virgen.
De tus ojos dependerá mi alma
según tú me veas alta
o me quieras tener en tu pecho fundida.
Besarás mi frente o besarás mi boca
y verás en un instante
o toda la llama ardiente de una fe sincera
o toda la ardiente sed de un amor sin precio.
Y a tu lado, volveré a ser niña,
y a tu sombra vegetaré eternamente;
que yo nací para amarte,
y amándote, nombrarte, adorarte, besarte.
Haydée Norma Podestá
Rosario, 19/01/61 (Santa Fe, Argentina)
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2 comentarios:
Que hermoso poema...Un regalo para los ojos...gracias por compartirlo...Un abrazo!!!
Muchas gracias, Mary...Fue para alguien muy importante en mi adolescencia. Un abrazo. haydée
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