Te invito. Estoy solo.
Mi soledad es una flor de bruma
que se espesa en la salada
vastedad oceánica
de las aguas.
Te invito. Estoy sola.
Mi soledad es la del pájaro herido
del ocaso
que muere lentamente
en los silentes brazos
de la noche.
Se acallan todos los ecos
de las voces
que pueblan el recuerdo
de los momentos vívidos
del pasado.
Todo es silencio en torno
mientras una soledad
de mítica serpiente
repta los corredores
de los tiempos.
Estamos solos
ante la faz de un mundo
-mascarada carnavalesca
simulando vidas prestadas
por un instante-
que miente una sensación
de compañías farandulescas
en la absoluta soledad
del alma.
Estar solos.
Sentirse solos.
Vivir la soledad de cada día
como el pan que se parte
en la mesa
para ser devorado por el hambre.
Hambre de otras manos en las manos.
Hambre de otra piel en nuestra piel.
Hambre de otra voz que nos susurre
palabras de amor en el oído
mientras el alarido de la sangre
vivifica la sensibilidad
incorpórea del deseo.
Estás solo.
Estoy sola.
Pero toda invitación de compañía
se anula en la vasta realidad
de las distancias.
Te invito a mirar las soledades
como un destino inexorable
que entreteje con sus dedos
la senda que amanece
en las mañanas.
Te invito a morar las soledades
en la placiente resignación del alma.
¿O acaso tendrás la valentía
de romper
esta solitaria estructura
de silencios
con palabras que enlacen
nuestras sendas
en un caminar de a dos
para el mañana?
Mi soledad es una flor de bruma
que se espesa en la salada
vastedad oceánica
de las aguas.
Te invito. Estoy sola.
Mi soledad es la del pájaro herido
del ocaso
que muere lentamente
en los silentes brazos
de la noche.
Se acallan todos los ecos
de las voces
que pueblan el recuerdo
de los momentos vívidos
del pasado.
Todo es silencio en torno
mientras una soledad
de mítica serpiente
repta los corredores
de los tiempos.
Estamos solos
ante la faz de un mundo
-mascarada carnavalesca
simulando vidas prestadas
por un instante-
que miente una sensación
de compañías farandulescas
en la absoluta soledad
del alma.
Estar solos.
Sentirse solos.
Vivir la soledad de cada día
como el pan que se parte
en la mesa
para ser devorado por el hambre.
Hambre de otras manos en las manos.
Hambre de otra piel en nuestra piel.
Hambre de otra voz que nos susurre
palabras de amor en el oído
mientras el alarido de la sangre
vivifica la sensibilidad
incorpórea del deseo.
Estás solo.
Estoy sola.
Pero toda invitación de compañía
se anula en la vasta realidad
de las distancias.
Te invito a mirar las soledades
como un destino inexorable
que entreteje con sus dedos
la senda que amanece
en las mañanas.
Te invito a morar las soledades
en la placiente resignación del alma.
¿O acaso tendrás la valentía
de romper
esta solitaria estructura
de silencios
con palabras que enlacen
nuestras sendas
en un caminar de a dos
para el mañana?
4 comentarios:
Amiga espero que este bien. muchas gracias por sus comentarios a mi humilde espacio. me seitno alagado por sus palabras. reciba tambien usted un saludo fraterno de los caballeros de la ciudad de Huánuco.
porque sabe mi ciudad se denomina asi: "LA MUY NOBLE Y MUY LEAL CIUDAD DE LOS CABALLEROS DEL LEÓN DE HUÁNUCO".
cuidese abrazos a la distancia
El encuentro de las soledades, las soledades de los encuentro, la soledad de los desencuentros. Las palabras que nos auxilian. Pero...¿y si la soledad le place,
para que usar palabras que enlazana sendas?
Un bello poema
Es verdad, Jorge; a veces la soledad nos place pero otras veces sólo nos quejamos de que la soledad nos pesa y le tiramos como un fardo esta sensación a algún otro, pero no hacemos nada para modificar la situación. Queda sólo en manifestar un desagrado pero no nos jugamos para hallar soluciones ni para ponerle ganas y pasión a fin de encontrar los cambios necesarios para que las cosas sean distintas. Un cálido abrazo en la distancia y muchas gracias por leerme.
Gracias por tu visita a mi Biblioteca y dejar tu comentario. Leer es una pasión. Cariños
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