El día me golpea
con su canto impalpable de
cigarras.
Machacan insistentes su
mensaje
eterno e inmutable
que se cuela por las fibras de
mi carne,
que circula mis arterias y
mis venas
y enronquece el grito en mi
garganta.
Machacan y machacan
eternas e inmutables…
¡ Romper amarras!
¡ Romper amarras!
En tanto, una curva en la
sonrisa amarga
de mi boca
le hace un tajo de luz a la
mañana.
Mi corazón me increpa:
¡ Romper amarras!
¡ Romper amarras!
Con los dedos del aire
destrabo
las fuertes sogas de tus
amarras
y tu velero parte
hacia el horizonte de tus
sollozos enmudecidos.
Se aligera el viento
Se alivia el alma.
¡ Romper amarras!
¡ Romper amarras!
Quedo varada, de pie, en
solitaria playa
con mi nostalgia.
Me sobrevuela
una agorera bandada de
gaviotas blancas
que impávidas van destrozando
con sus chillidos el cielo en
calma.
¡ Romper amarras!
¡ Romper amarras!
Al infinito, el ilusorio coro
de las sirenas
de tus amores, va
salmodiando.
¡ Romper amarras!
¡ Romper amarras!
Vuelvo mi espalda al mar
profundo de tus promesas
cantado en versos de
madrugada.
Huellan mis pasos la arena
pálida
hacia un sendero de verdes
soles esperanzados
que aún me aguardan…
Regreso al día de mis
cigarras…
El alma mía va agradeciendo…
¡ Rompí amarras!
¡ Rompí amarras!
Haydée Norma Podestá
Fisherton, 28/2/2017
En “Realidad y proyecciones”
Derechos reservados
2 comentarios:
eres poeta
que maravilla de palabras
Tu poema es, sencillamente, impecable: lírico y valiente, donde fondo y forma se funden como una de esas piedritas lisas que uno tira a la quietud de un lago. Me quito el sombrero.
Saludos.
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