Voraz depredador de ilusiones
el tiempo nos envuelve en su danza;
eterna danza que convoca al mundo
desde el génesis inicial que lo creara.
Estamos en sus redes atrapados
mientras nadamos en el río de la vida
hasta que nos arrasa el remolino de la nada
y en lágrimas se funden despedidas.
Compartimos el tiempo de los otros
enredados en la trama de caminos
que nos llevan, nos traen y nos dejan
en el punto final de mil destinos.
Los que ayer estaban, hoy nos faltan;
los que vendrán, despiertan esperanzas.
Y en el estar presentes nos confiamos
en tanto penas y alegrías nos desangran.
Desde el primer gemido hasta el postrer suspiro
nuestro reloj de arena se vacía.
¡Feliz quien puede mirar atrás el tramo hecho
y sentir que su misión está cumplida!
Haydée Norma Podestá
Fisherton, 27/11/14
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1 comentario:
Bello poema, el último párrafo me hace pesar si he cumplido mi misión en esta vida. besos querida prima.
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