jueves, 17 de mayo de 2012

JUGANDO A LAS ESCONDIDAS.

Ayer he jugado buena parte de la tarde con Ana Clara. Primero me ha estado ilustrando unas hojas para contarme sobre ellas uno de sus relatos, donde por primera vez aparece un personaje positivo, "Antonellita", opuesto netamente a uno negativo. Yo la escucho siguiendo la coherencia de sus situaciones las cuales me las cuenta en su lengua que aún tiene deformaciones fonológicas pero en la cual utiliza una riqueza de conectores muy grande que dan perfecta cohesión al texto oral. Sumado a esto, el uso que hace de los elementos paralingüísticos para dar mayor énfasis e interés a su historia es notable. Y esto más allá del amor que pueda sentir por ella. La escucho y me pregunto por qué muchos de los niñitos que  llegan a la primaria en las escuelas de periferia de nuestra ciudad, tienen tantas dificultades para el uso y construcción de nuestra lengua. Aunque tal vez la respuesta está en la falta de estimulación familiar; la mayoría de estos chicos proceden de hogares donde no se les cuenta cuentos ni casi se habla con ellos.
Reflexión al margen, después he pasado más de una hora corriendo y riéndome con Anita, jugando a las escondidas en el jardín. Y tiene sus reglas propias; una de ellas prohibe esconderse dentro de la casa "¿Me escuchaste, abuela? Adentro no se puede"; la otra es que no se puede salir a hacer la pica antes de que el que contó te descubra y sólo en ese momento, salir los dos corriendo a tocar el lugar del conteo...lo cual me pone en neta desventaja, pues aunque quisiera ganarle, siempre va a ser más ligera que yo...Pero lo más hermoso es sentir nuestras carcajadas al unísono.
Se me ocurre pensar que casi todos en nuestra niñez hemos jugado a las escondidas, ésas que remataban el tiempo de los números con el "no cuento ni para uno ni para dos, el que no se escondió, se embromó"...y finalizaban cuando, agotados de tanto correr, volvíamos a casa para la merienda de la tarde o para la cena.
Pero están también las escondidas que le jugamos a la vida ya de adultos. Escondidas que nos llevan a ocultarnos detrás de las máscaras que le robamos a la sociedad de cada época pero que, en el fondo, son siempre las mismas. Nos escondemos más de una vez de las responsabilidades, de las desilusiones, de las penas e incluso, del amor. Las excusas, los miedos, la incertidumbre, la falta de valor para tomar el toro por las astas, nos sirven de escondrijo donde permanecemos hasta que no hay otra salida que correr para llegar primero...para cumplir nuestra responsabilidad, para trocar el miedo en valor y autoestima, para enfrentar el problema y para decir al otro-o aceptar del otro- un "yo te amo".
Por suerte, si sabemos ver las señales, la vida se encarga de sacarnos de nuestro agujero y hacernos correr con todas nuestras fuerzas para ser el que, finalmente, grite "¡¡PICA!!".



Haydée Norma Podestá
Rosario, 17 de mayo de 2012
Santa Fe, Argentina.

2 comentarios:

Humberto Dib dijo...

Hola:
Recién, revisando una cuenta de correo que sólo uso para avisar sobre nuevas entradas, me encontré con un mail tuyo. Mi mail "oficial" es humdib@hotmail.com

Te pido disculpas por no venir antes, pues estoy con muchas cosas, pero ahora que llegué, leí 3 entradas y me maravilla cómo puede ser tan tierno lo que aquí subes. Me imagino que debe ser el estado de tu alma... me alegro de que sea así, porque lo doy por supuesto.
Te dejo un gran cariño.
HD

Haydée Norma Podestá dijo...

Muchas gracias, Humberto, por tus palabras. Y tomo nota del mail.Muy bueno lo que escribís en tu blog.Un abrazo enorme. haydée