lunes, 31 de enero de 2011

PRESENCIA

 



Desfallecía la tarde postrada entre el calor sofocante de un interminable  enero y los dedos impacientes de la noche por acariciar un ocaso teñido en los sudores de los hombres y el jadeo entrecortado de los perros.
Intentaba descansar un rato pero la pringosa humedad de las sábanas reclamando su piel enfebrecida lo mantenía en una duermevela constante. Cambió varias veces de postura, para buscar alivio en el frescor, más imaginario que real, del sitio que  iba abandonando en cada vuelta de su cuerpo.
Tampoco lo ayudaban a dormirse los pesados manotazos dados al aire intentando escapar al acoso de los mosquitos.
Desde el techo, un ventilador chirriaba su monótona protesta
 por tener que hacer girar un aire enrarecido que se resistía a refrescar el ambiente.

Todo era pesadez y zumbido cuando, por un breve lapso, un soplo gélido le rozó la cara.
Él pensó que era una ráfaga de viento... que se había colado  por la ventana entreabierta despeinando sus cabellos. Después refrescó su frente y se mezcló con su aliento.
Inesperadamente, comenzó a llover
Un aroma dulzón apaciguó el agrio olor de su transpiración.
Imaginó que ese perfume de jazmines venía del jardín... Invadía la habitación, rodeándolo tiernamente, como apretándose contra su pecho.
También creyó que era el ruido de la lluvia en los cristales...Pero el susurrar del agua extrañamente salmodiaba una melodía que resonó en cada rincón de su casa...Un murmullo monótono y continuo donde supuso oir..."te quiero...te extraño...te necesito..."
Abrió los ojos a pesar de la tenaz resistencia de los párpados por querer domeñar al sueño.
Unos puntos luminosos perforaban ahora las deshilachadas nubes de esa efímera tormenta de verano. 
 Vio como subyugado, el brillo en las estrellas que llegaba hasta él como haces de luz, fulgor originado millones de años antes, desde los puntos de origen. Esa luz, que penetraba la mirada,  mantenía sus ojos prendidos en la inmensidad...

Mentalmente, toda su vida se presentó como una incolora serie de diapositivas...Fueron  pasando raudas hasta que se detuvo en ésa...la de los recuerdos punzantes...la del no ser que se instaló en su vida...la del adiós forzado... Ésa, estallando en una gama inacabable de rojos de ira, de rabia, de amor, de pasión, de dolor,de impotencia. Ésa. Sólo ésa.

Al instante, percibió una presencia tendida a su lado. Como un calor impalpable sobre el calor insostenible de la carne, encendiéndose en cada centímetro de su piel. Lo estremecía la levedad de unos dedos recorriendo lentamente su espalda. Su soledad se hizo menos sola. Cerró los brazos como queriendo atrapar algún fantasma...un desesperado abrazo al aire.
¡No pudo contener una exclamación de sorpresa!
Un cuerpo cálido y latiente de mujer se pegó al suyo, sólido, concreto, vivo...
Comprendió entonces el valor de esa ráfaga de aire, del perfume a jazmines, del susurrar de la lluvia, del brillar de las estrellas.
En las arenas  atemporales de lo eterno, el mutuo  juramento de amor quedó grabado siendo aún tan poderoso como para transportar la imagen amada a través del tiempo y del espacio...para fundirse ambos en una sola carne y dormir la eternidad confundidos en un beso sin final.


Haydée Norma Podestá
Rosario, 13/02/09-(Modificado:30/01/11)
Santa Fe, Argentina

1 comentario:

Néstor dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.